La reducción del consumo de energía manteniendo los mismos servicios energéticos, sin disminuir nuestro confort y calidad de vida, protegiendo el medio ambiente, asegurando el abastecimiento y fomentando un comportamiento sostenible en su uso.
El sector de la construcción es clave en el consumo de energía estimándose que los edificios representan alrededor del 40% del consumo de energía, y el ahorro potencial de energía que se puede desarrollar en los mismos supera el 20%.
Podemos diferenciar 3 grandes beneficios a raíz de cumplir con la normativa vigente de la eficiencia energética:
Un menor gasto energético se traduce en una reducción de emisiones y de la huella de carbono. Que el hogar sea eficiente es una forma de demostrar que utiliza adecuadamente los recursos energéticos que precisa la sociedad para funcionar sin agotar al planeta. En los edificios energéticamente eficientes se minimiza el derroche energético.
Son capaces de mantener el mismo nivel de producción con un consumo energético menor. Para los ciudadanos particulares y comunidades de propietarios supone un ahorro en la factura energética que pagan mes a mes. Se calcula que solo mejorando el aislamiento térmico de los edificios, el ahorro energético puede llegar a ser de hasta el 50%. De este modo, un menor gasto de energía supone un ahorro para el bolsillo.
Los edificios eficientes hacen que sea mucho más agradable vivir en ellos, ya que la temperatura que se alcanza es más confortable para los inquilinos, menos pérdidas de calor, más homogeneidad de temperatura en todos los habitáculos, etc.
Adquirir una vivienda con alta calificación energética ya es una realidad.
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